martes, 13 de septiembre de 2011

Podemos cambiar nuestro mundo

He estado revisando algunos conceptos, no nuevos en sí mismos, pero si con nuevo auge. El psicólogo argentino Mariano Raúl de Urquiza en una nota del noticiero RCN, nos cuenta que en Latino América estamos más interesados en encontrar el amor, que en conseguir riqueza. Y esto es verdad, porque el "amor" dota de sentido nuestra existencia, mientras que la riqueza, aunque nos ayuda a satisfacer nuestras necesidades y aumenta nuestro poder adquisitivo, deja intacto el sinsentido de nuestra vida y nos aleja cada vez más de nosotros mismos. 

A este respecto es muy interesante e ilustrativo lo que el Padre Mateo Andrés, s.j. (R.I.P.) nos enseña sobre la "Intradistancia".

Nos dice el licenciado de Urquiza que hay cuatro cosas que podemos hacer para cambiar nuestro mundo: Aprender lo que es el desapego. Aprender lo que es el perdón. Aprender a agradecer lo que tenemos. Y, buscar lo que nosotros realmente queremos.

Desapegarnos de todo aquello que nos ata, que nos quita libertad, que nos impide ser nosotros mismos.

Perdonar, empezando por nosotros mismos. Somos nuestros principales enemigos, nuestros mayores críticos. Debemos perdonar a los demás (desde tiempos inmemorables lo repetimos en el "Padre Nuestro"), y perdonarnos a nosotros mismos, es una fuente inmensa de sanación.
Dar gracias por lo que tenemos, por lo que vivimos, por lo que nos toca. Dag Hammarskjöld, Secretario General de Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz, escribió en su diario: "Por lo que ha sido, gracias. A lo que vendrá, sí." Y la tradición mística cristiana nos enseña que este es el primer paso de toda contemplación. Así lo explicita San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales, y muchos otros místicos.

Finalmente, buscar lo que realmente quiero. ¿Cómo puedo intentar llegar a una meta, cumplir un objetivo, ser feliz, si no sé qué quiero, si no hay claridad en mí sobre aquello que busco?
Completa el licenciado Urquiza diciendo que cada uno puede cambiar su mundo con un sincero y profundo deseo. Y nos remitimos de nuevo a Ignacio de Loyola, los deseos son los que nos impulsan a ser algo más (magis) de lo que somos. Para profundizar en ello, es sumamente útil la lectura de "El deseo esencial" del antropólogo español Javier Melloni, s.j., quien hace una antropología del deseo a partir de las grandes tradiciones místicas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario